François Hollande, el presidente de Francia, ha declarado un «estado de emergencia económica» respecto al desempleo en el país, y ha lanzado una serie de medidas con miras a favorecer el empleo y la competitividad de las empresas, y tiene dos de sus puntos más destacados en la formación de los parados y el establecimiento de un tope a las indemnizaciones.
El Gobierno francés ha decidido destinar más de 2.000 millones de euros en esa búsqueda de «un crecimiento más robusto y una creación de empleo más abundante», ha informado Hollande ante representantes del mundo laboral y empresarial, a quienes subrayó que «la única cuestión que importa más allá de la seguridad de los franceses es el trabajo».
La mitad de ese presupuesto, conseguido mediante medidas de ahorro y no a través de un aumento de impuestos, se dirigirá a financiar un plan de formación adicional para 500.000 parados, el doble que en 2015, especialmente en sectores como el digital y la transición energética.
«Debemos permitir que los parados se formen en los oficios de hoy y del mañana», señaló el jefe de Estado, para quien debe «hacerse todo para favorecer, facilitar y simplificar» la vuelta al mercado laboral.
El jefe del Estado francés ha considerado que «frente al desorden del mundo y frente a una coyuntura económica incierta y un desempleo persistente, hay también que proclamar un estado de urgencia económica y social».