Varios miembros que conforman la junta de política monetaria del Banco de Japón (BoJ) han mostrado prudencia en relación a la solidez que tienen las tendencias inflacionistas en la tercera economía mundial, a pesar del optimismo mostrado en el seno del ente regulador.
Las actas publicadas esta semana de la junta mensual celebrada el 14 y 15 julio indican que algunos integrantes mostraron escepticismo en relación a la postura oficial del BoJ, según la cual prevén que la tendencia actual colocará la subida de precios alrededor del 2% interanual en 2016.
Durante la primavera de 2013 el ente puso en marcha un programa de compra masiva de activos para duplicar la base monetaria en el plazo de dos años, intentando de esta forma alcanzar el nivel inflacionario del 2%, para terminar con un ciclo de caída de precios que ha durado casi dos décadas y ha afectado la economía nipona.
La disminución de los precios del crudo ha contrarrestado casi por completo los efectos del programa de estímulo, obligando al ente a aplazar hasta la segunda mitad de 2016 el logro de este objetivo.
Sin embargo, el BoJ ha señalado que la inflación subyacente estimada, que no incluye los precios de la energía y los alimentos, superará el 1% este verano y los primeros tres meses de 2016.
La intención de muchas empresas de incrementar los precios de sus productos también ayuda a esta postura. Uno de los miembros de la junta ha señalado durante la reunión que los efectos inflacionarios ocasionados por la caída del yen que genera el programa de estímulo “están disminuyendo”.
Otro de los miembros del BoJ hizo énfasis en la dificultad que supone alcanzar “una rápida mejora en las expectativas inflacionistas a medio largo plazo del público japonés”, que sigue manteniendo la misma mentalidad deflacionista del período de estancamiento económico.