La disparidad de legislaciones tributarias entre los Estados de la Unión Europea, con una brecha de hasta veinte puntos en sus impuestos de sociedades, abre la puerta a una competencia desleal que merma la recaudación de algunos países y a la que busca poner coto el nuevo tipo mínimo global del 15 % para las grandes empresas.
La decisión de Ferrovial de trasladar su sede de España a Países Bajos ha puesto bajo los focos la diferencia de trato en materia de tributaria que reciben las multinacionales entre un país y otro, algo que, si bien no figura entre los motivos aducidos por la constructora española para mudarse, constituye un factor esencial para las empresas a la hora de elegir donde radicar su negocio.
Los Veintisiete son libres de fijar su política fiscal y, si bien el tipo nominal del impuesto de Sociedades es del 21,4 % de media en la UE, las tasas efectivas que pagan las empresas oscilan entre el 9 % de Bulgaria y el 29 % de España pasando por el 14,1 % de Irlanda y el 21,5 % de Holanda, según datos de la Comisión Europea para 2021.
En el caso de las multinacionales, el tipo efectivo se queda incluso por debajo del 5 % en países como Luxemburgo, Holanda y Chipre, de acuerdo con un estudio de la organización Justice Tax Network.
A reducir la factura con el fisco contribuyen esquemas como los incentivos fiscales a la cesión de patentes, las exenciones tributarias a la propiedad intelectual o las superdeducciones al I+D, prácticas consideradas muy perjudiciales por organizaciones como Oxfam, que ha denunciado que estas permiten, por ejemplo, que las farmacéuticas abonen solo entre un 5 y 6 % de impuesto en Bélgica.
También los “tax rulings”, acuerdos fiscales a medida que permitieron que gigantes como Amazon y Fiat en Luxemburgo o Starbucks en Países Bajos pagasen impuestos por una mínima fracción de sus beneficios, como demostraron las investigaciones de la Comisión Europea.