Fitch Ratings ha mejorado la calificación como emisor a largo plazo de Deutsche Bank, que pasa a ser ‘A-‘ desde ‘BBB+’ con perspectiva estable, así como la nota de viabilidad, que sube a ‘a-‘ desde ‘bbb+’, tras la finalización de la reestructuración iniciada por la entidad en 2019.
La calificadora de riesgos ha destacado las mejoras en la rentabilidad y una combinación de ingresos y un perfil comercial más equilibrados a raíz de la culminación del plan de Deutsche Bank, ya que espera que permita que la banca corporativa y minorista proporcionen suficientes amortiguadores para absorber la volatilidad inherente de las actividades del mercado de capitales.
Asimismo, Fitch también confia en que Deutsche Bank mantenga una capitalización adecuada y una sólida calidad de activos y métricas de liquidez.
«Las calificaciones de Deutsche Bank reflejan la finalización de la mayor parte de su reestructuración y su modelo comercial más estable y bastante diversificado», destaca la agencia, añadiendo que la rentabilidad del banco ha mejorado sustancialmente en los últimos cuatro años.
Por otro lado, Fitch apunta a la mejora de los controles de riesgo, recordando que el banco sigue expuesto a varios procedimientos legales y reglamentarios en curso que podrían resultar en multas, «que deberían ser manejables pero que podrían resultar en daños a la reputación».
A este respecto, señala que las grandes inversiones y la mejora de los controles contra los delitos financieros acometidas desde 2019 han reducido los costes de los litigios y las multas regulatorias, aunque el modelo de negocios del banco seguirá expuesto a estos riesgos.
Además, la calificadora de riesgos espera que la calidad de los activos de Deutsche Bank empeore moderadamente en la recesión actual y que su índice de préstamos deteriorados aumente a alrededor del 3% en los próximos dos años, mientras que considera que el banco cuenta con una capitalización es adecuada a la luz de los menores riesgos de la reestructuración.
«Esperamos que el índice de capital de nivel 1 de capital común (CET1) y el índice de apalancamiento de Basilea se mantengan en línea con los objetivos de la dirección de alrededor del 13% y al menos 4,5%, respectivamente, en los próximos dos años», apunta.