Ford Motor, la empresa estadounidense, ha comunicado este lunes la suspensión de sus operaciones en Venezuela, por un lapso de 25 días.
La empresa señala que la paralización de las operaciones se debe a la falta de piezas e insumos para ensamblar, generada por los retrasos en la asignación de divisas administradas por el Gobierno venezolano a través de un control de cambio que se ha prolongado durante una década.
De acuerdo a las cifras de la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez), en el primer trimestre del año Ford Motor ensambló sólo 499 vehículos, mientras que en el mismo período de 2013 fabricó unas 3.802 unidades, de manera que la producción ha mermado un 86 por ciento.
Los trabajadores de la planta de Ford Motor, ubicada en la ciudad de Valencia, han explicado que la paralización de las operaciones se va a extender hasta el próximo 30 de mayo. Sin embargo, las autoridades del Gobierno local han dicho que las dificultades han sido superadas y la planta va a reiniciar sus labores en dos semanas.
El Ministro de Transporte, Haiman El Troudi, a través de su cuenta de Twitter, ha comunicado que “en 15 días Ford reanudará sus líneas de producción, se resolvieron nudos críticos tras encuentro con ministros de Transporte e Industrias”.
Situación del sector automotriz
Los fabricantes de vehículos en Venezuela han señalado que el control de cambio que mantiene el gobierno socialista les dificulta la importación de partes y piezas por los múltiples trámites que implica y la limitada oferta de divisas en el mercado.
Además de Ford, otras ensambladoras han paralizado sus actividades en el transcurso de este 2014. Toyota no está operando desde el pasado 12 de febrero y Chrysler detuvo su producción hace un mes.
En el primer trimestre del año, la producción de vehículos en Venezuela ha reportado una baja del 76 por ciento interanual, lo que equivale a la producción de 3.424 vehículos, frente a los 14.316 del mismo trimestre de 2013.
Hace unos días, el Gobierno de Nicolás Maduro publicó una lista de precios regulados para la venta de vehículos nuevos, buscando frenar los efectos de la inflación, que tiene una variación anualizada de casi un 60 por ciento. Sin embargo, los analistas aseguran que la regulación será letra muerta ante la falta de vehículos en el mercado.