La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prevé inyectar en la economía del país hasta 60.000 millones de reales (13.699 millones de euros) en créditos pertenecientes a bancos del Estado y un fondo especial de pensiones.
El Gobierno brasileño presentará estos nuevos créditos durante una reunión que se llevará a cabo con líderes empresariales y sindicales en la cual entregarán un plan para impulsar a la economía y así superar su peor recesión en las últimas décadas.
El Gobierno de Brasil canceló deudas por 56.000 millones de reales (12.565 millones de euros) en el mes de diciembre de 2015, con los bancos BNDES, Banco do Brasil, Caixa Economica Federal, que son entidades financieras controladas por el Estado, y un fondo de pensiones de trabajadores conocido como FGTS.
El alto cargo indicó que la liquidez extra que se inyectará será usada para crear nuevas líneas de crédito a empresas constructoras, agrícolas, exportadoras y productoras de maquinaría y otros bienes de capital.
Otra de las fuentes señaló que el Ministerio de Hacienda también prevé publicar un estudio sobre varias propuestas para limitar el gasto público en los próximos años, para dejar claro el compromiso con la austeridad que tiene el gobierno de Rousseff.
El Estado intenta por todos los medios equilibrar la austeridad fiscal y las nuevas líneas de crédito para impulsar la confianza en una economía que durante el año 2015 perdió aproximadamente 1,5 millones de puestos de trabajo.
Estos nuevos estímulos han provocado cierto temor en los inversores en relación a que Rousseff pueda volver a usar políticas fiscales expansivas de su primer mandato, que perjudicaron las cuentas públicas de Brasil y provocaron que su nota de grado de inversión se viera afectada.