El Banco Central Europeo (BCE) ha reducido a la mitad su multimillonario programa de estímulos monetarios a la eurozona.
Esto supone que pasará a inyectar 30.000 millones de euros al mes hasta finales de septiembre de 2018 «o hasta una fecha posterior si fuera necesario». Y, en todo caso, «hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste sostenido de la senda de inflación que sea compatible con su objetivo de inflación». Si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones financieras fueran incompatibles con el progreso del ajuste sostenido de la senda de inflación, «el Consejo de Gobierno prevé ampliar el volumen y/o la duración de este programa», explica el BCE.
El BCE ha detallado también que bombeará hasta finales de año 60.000 millones de euros al mes a la economía bajo el paraguas de su programa de flexibilización cuantitativa, también conocido como Quantitative Easing (QE) para cimentar la recuperación económica de la zona euro.
El BCE reconoce que hubo diferencias entre sus miembros sobre si las compras de activos debían de tener una fecha final o no.
Es decir, el volumen total de estas adquisiciones será de 270.000 millones, dado que esta reducción de la cantidad de dinero que insufla a la economía llega acompañada de una dilatación temporal de nueve meses. Sólo hasta diciembre el BCE habrá inyectado 540.000 millones de euros que impulsarán la cifra destinada a tal efecto desde el comienzo del programa en marzo de 2015 hasta los 2,3 billones de euros.
Mario Draghi ha indicado que este repliegue de su programa de QE «refleja la creciente confianza hacia el objetivo de inflación». Al fin y al cabo, el principal cometido del BCE es que el IPC se sitúe en torno al 2%, pero siempre por debajo. El IPC se mantuvo en septiembre en el 1,5%, por lo que el banquero italiano ha señalado que es necesario un «amplio grado de estímulo monetario» para que «siga aumentando gradualmente a medio plazo».