El crecimiento mundial podría estabilizarse en 2020 al remontar levemente a partir del segundo semestre, con algunas diferencias regionales.
Los ritmos de crecimiento para este año podrían ser algo inferiores a los registrados en el año 2019 en Estados Unidos (1,8% vs 2,3%), similares en Asia (5,0%) y en la Unión Europea (1,2%), y superiores en algunas economías emergentes que están saliendo de situaciones muy complicadas, buena parte de ellas de América Latina.
En Europa, continuará la incertidumbre en torno al Brexit, porque aún se deben negociar las futuras relaciones entre ambas economías y no queda claro si habrá un Brexit suave o duro, una vez que el periodo de transición culmine.
Si estas previsiones positivas se cumplen, tanto la Reserva Federal de Estados Unidos como el Banco Central Europeo podrían efectuar pocos cambios en sus políticas monetarias.
En concreto, es poco probable que el Banco Central Europeo mueva los tipos de interés, a menos que la reactivación de Europa se demore, en cuyo caso podría bajar, como mucho, 10 pb el tipo de su facilidad de depósito. Además, el programa de compra de activos se va a mantener durante todo el año, lo que seguirá contribuyendo a que las rentabilidades de la deuda europea se mantengan muy contenidas.
En el caso de España, los analistas esperan que se mantenga la senda de moderación de las tasas de aumento del PIB, lo que apuntaría a un crecimiento medio anual del 1,5%. En la medida en que la confianza de los agentes se estabilice o mejore y, dado que la economía no ha acumulado elevados desequilibrios, el ajuste de la actividad será moderado.
Los expertos han señalado que los principales riesgos proceden de un debilitamiento mayor de los mercados de exportación una intensificación del proteccionismo, posibles tensiones geopolíticas que afecten el mercado del petróleo o la incertidumbre derivada del Brexit.