La agencia de calificación Standard and Poor’s (S&P) ha decidido mantener la nota de la deuda griega a largo plazo en ‘B+’ con perspectiva positiva, y confirmó el rating a corto plazo en ‘B’.
A través de un comunicado, la compañía señala que la evaluación refleja la estabilización de las perspectivas económicas de Grecia, acompañada por un desempeño presupuestario estable y una estructura de deuda muy favorable.
Estos elementos contrarrestan la elevada deuda pública y exterior, así como la difícil situación del sistema bancario, lastrado por la gran cantidad de préstamos vencidos.
La calificadora prevé que la economía griega crecerá a un ritmo anual del 2,4% entre 2019 y 2022, gracias al impulso de la demanda interna y a un buen desempeño de las exportaciones.
«A pesar de la gran deuda del Estado, Grecia tiene uno de los perfiles de deuda más privilegiados entre los países que evaluamos en términos de vencimiento y tasa de interés promedio», señala el informe.
La firma estima que la recuperación económica podría ser más rápida si va acompañada por reformas adicionales en los mercados de productos y servicios, así como en el sector bancario.
«La insultamos, la injuriamos», así resumió, días atrás, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la actuación de la Troika ante la crisis griega, una crisis que fue abordada con unas recetas de recortes sociales de las cuales está saliendo el país en estos momentos.
«Siempre he lamentado la falta de solidaridad con la crisis griega», ha dicho Juncker en Estrasburgo durante su discurso sobre el 20 aniversario del euro: «No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos, la injuriamos, y nunca me he alegrado de que Grecia, Portugal y otros países se encontraran así. Siempre he querido que remontaran su lugar entre las democracias de la UE«.
Precisamente las políticas de recortes aplicadas por la Troika en Grecia fueron el detonante de la irrupción de Alexis Tsipras y Syriza en 2015, que convocaron un referéndum en ese verano para rechazar los memorandos, los planes de austeridad impuestos desde Bruselas.
Tsipras ganó aquel referéndum, pero terminó aceptando la intervención de la UE y los paquetes de recortes. Y, con ello, acabó con la expectativa que había despertado en Europa como alternativa a la salida de la crisis más allá de las recetas de la Troika.