México se ha consolidado como un destino de la inversión confiable, gracias a la política económica llevada a cabo durante las últimas dos décadas.
La Secretaría de Hacienda y Crédito (SHCP) ha señalado en el Informe Semanal de su Vocería que la apertura comercial, la disciplina fiscal y monetaria y la confianza de los inversionistas en México han impulsado la competitividad de diversos sectores de la economía, contribuyendo al desarrollo productivo mexicano.
Los ejes fundamentales de esta política son: una política fiscal responsable, que incluye no impulsar nuevos impuestos ni aumentar los existentes, y mantener una trayectoria decreciente del déficit público.
La SHCP ha explicado que para satisfacer esta instrucción presidencial, en enero de 2015 se ajustó el gasto público en 124.000 millones de pesos (6.820 millones de euros), equivalente al 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB).
Para el 2016, el ajuste previsto es de 135.000 millones de pesos (7.425 millones de euros), según se informó al Congreso de la Unión en los Pre Criterios Generales de Política Económica en marzo de este año.
Por otro lado, la política monetaria autónoma del Banco de México (Banxico) ha contribuido con la estabilidad macroeconómica. Uno de sus logros es mantener estable el nivel de inflación y las expectativas económicas están sujetas al objetivo que el banco central ha especificado.
La dependencia federal recalca que en los primeros siete meses del año han logrado niveles de inflación en mínimos históricos (2,74% anual en julio pasado).
Otro de los puntos destacados es la despetrolización de las finanzas públicas alcanzada durante los últimos años y el esquema de coberturas petroleras contratadas por el gobierno mexicano, lo que permitirá este año mantener los ingresos petroleros estimados en la Ley de Ingresos de la Federación.
También se destaca la política de deuda pública, que permite al gobierno federal tener un nivel de endeudamiento sostenible y diversificado, con baja exposición al riesgo de la tasa de interés. Esto se debe, en gran medida, a que el 78% de la deuda total del gobierno federal está denominada en pesos, lo que disminuye el riesgo cambiario.
De igual manera, México tiene un sistema bancario sólido que cumple con niveles de capitalización de acuerdo con las mejores prácticas internacionales.
Todas estas condiciones junto a las perspectivas de desarrollo en el mediano plazo han permitido posicionar a México como un destino confiable para atraer inversiones en los distintos sectores productivos.