S&P Global Ratings ha asignado un nuevo rating denominado Resolution Counterparty Rating (RCR) a diversas entidades europeas, entre las que se encuentran seis españolas.
Este rating sirve de referencia para determinar el riesgo relativo de determinados pasivos que han sido excluidos, bajo la legislación vigente, de un proceso de recapitalización interna en un escenario de resolución.
En concreto, ha otorgado una calificación ‘BBB+’ a largo plazo a Banco Sabadell y a Bankia, mientras que el rating RCR a largo plazo para CaixaBank es ‘A-‘. Para los tres bancos, la calificación a corto plazo ha sido ‘A-2’.
De su lado, BBVA y Santander Consumer Finance han obtenido una calificación ‘A’ a largo plazo y ‘A-1’ a corto plazo. Para Banco Santander y Banco Popular, el rating es ‘A+’ a largo plazo y ‘A-1’ a corto plazo.
La agencia calificadora, a través de un informe, ha precisado que la incertidumbre política en Italia tras la formación de Gobierno con el acuerdo de Movimiento 5 Estrellas y la Liga se presenta como uno de los riesgos para los bancos italianos.
«Si la incertidumbre política persiste, creemos que podría debilitar el desempeño económico del país y la confianza de los inversores en los bancos domésticos italianos», señala la agencia de calificación.
Por otro lado, la firma destaca que la banca italiana ha mejorado su solvencia reduciendo de forma significativa sus exposiciones dudosas (NPE, por sus siglas en inglés).Tras cerrar 2015 con una exposición dudosa acumulada de 341.000 millones de euros, en 2017 bajó hasta 261.000 millones, lo que representa una reducción «más rápida de lo esperado», para la entidad de calificación.
De cara al futuro, la estimación es que en los dos próximos años se reduzca todavía más la exposición dudosa hasta el entorno de los 180.000 millones de euros. Esto representaría entre un 10% y un 11% de los préstamos en ese momento.
Aunque la firma no espera que esta incertidumbre afecte «inmediatamente» a sus notas a la solvencia de los bancos italianos, ha advertido de que a largo plazo la falta de confianza de los inversores podría «limitar el acceso de los bancos domésticos a fuentes de financiación menos costosas».