El Banco Central Europeo (BCE) ha publicado una nueva guía en la que indica que las entidades bancarias de la eurozona fijarán sus propios objetivos para reducir los 900.000 millones de euros en préstamos morosos alcanzados tras la crisis financiera.
El BCE busca que las entidades bancarias, especialmente en las economías más débiles, reduzcan su carga de morosidad, que está afectando el crecimiento económico y limita la capacidad que tienen para aumentar los préstamos nuevos.
En este sentido, el BCE le pediría a los bancos que fijen un objetivo numérico para los niveles de préstamos morosos que desean alcanzar en uno y tres años, además de seguir otra serie de indicaciones orientativas.
De no cumplir con este objetivo, el BCE podría establecer “medidas supervisoras” como requerimientos más altos de capital.
Sin embargo, el BCE ha indicado que la nueva guía no será vinculante y sólo aquellas desviaciones significativas de los objetivos podrían activar acciones para solucionar el problema, que llevaría más de tres años en muchos casos.
Esta información confirma que el BCE está incrementando la presión sobre los bancos, en vez de forzarlos a tomar acción, con el propósito de evitar que sus beneficios se vean muy afectados.
Sharon Donnery, vicegobernadora irlandesa que presidió el grupo de trabajo del BCE sobre morosidad, ha señalado que “parte del compromiso es la evaluación de si los bancos están cerca de cumplir con las guías o si se mantienen lejos del objetivo”.
Asimismo, Donnery ha agregado que “si hay diferencias significativas, entonces obviamente debatiremos con los bancos cómo pueden acercarse a cumplir con los objetivos, particularmente en el marco de tiempo en el que eso se iba a producir”.