El optimismo en la economía global, con una más que probable revisión al alza de las previsiones, marcará la nueva asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se celebrará esta semana en Washington, y que tratará sobre las negociaciones del ‘brexit‘ y el preocupante alza en la desigualdad de ingresos.
«La próxima semana daremos a conocer la actualización de nuestros pronósticos antes de la Asamblea Anual, y seguramente serán más optimistas que en julio», afirmó la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en un discurso en Harvard la pasada semana.
Tras años de encadenar crisis: el estallido de la de Estados Unidos, la de deuda en la eurozona, la interminable saga griega, el inesperado drama del «brexit», y la victoria del presidente estadounidense Donald Trump a lomos de una agenda proteccionista, la reunión de este año del FMI es la que menos quebraderos de cabeza espera.
Lagarde remarcó, de hecho, que «la largamente esperada recuperación está echando raíces», unos días antes de que el FMI publique este martes su esperado informe de «Perspectivas Económicas Globales».
La presentación del reporte, que será divulgado hoy con las nuevas proyecciones económicas mundiales, supone el pistoletazo de partida de una semana que congregará a los principales ministros de economía y banqueros centrales de todo el mundo.
En julio, el FMI situó el crecimiento estimado en un 3,5 % para 2017, y un 3,6 % para 2018.
Desde el FMI se valora que es la primera vez en una década que todos los países del G20 crecen a la vez, y reiteró la necesidad del empujón dado por el estímulo monetario de los bancos centrales, particularmente en un contexto de persistente baja inflación.
Tanto Japón como la eurozona han visto un repunte del comercio y la inversión, Estados Unidos se espera que crezca por encima de la tendencia, y los gigantes asiáticos, China e India, mantienen la potencia de las economías emergentes.
Como es habitual, sin embargo, la institución financiera arrojó también señales de advertencia para evitar la complacencia una vez que se ha dejado atrás la aguda crisis financiera.
«Existen amenazas en el horizonte como los altos niveles de deuda en muchos países, la rápida expansión del crédito en China y la excesiva toma de riesgos en los mercados financieros», explicó Lagarde.
La creciente incertidumbre acerca de la negociación sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) es una sombra sobre la evolución económica, especialmente después de que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, dijese en una conferencia en el FMI hace unas semanas que no quedará más remedio que elevar los tipos para contener las presiones inflacionarias.
Tras años en la misma frecuencia, comienzan a aparecer divergencias entre los banqueros centrales: la Fed ya ha iniciado la retirada de su abultado programa de estímulo monetario, mientras que el BCE aún persiste con el pedal a fondo de la inyección de liquidez.
Otro tema que Lagarde ha tratado de poner sobre la mesa en los últimos años es el de la creciente desigualdad, algo que ha apuntado como combustible para el auge del populismo en todo el mundo.
Pese a que «la desigualdad de ingresos entre países ha bajado de manera aguda», gracias principalmente a la expansión de China e India, Lagarde subrayó que «la desigualdad dentro de las economías avanzadas se ha ampliado así como la concentración de riqueza en las rentas más altas».