Los alquileres rurales en España han aumentado las esperanzas de empresas como Airbnb porque, aunque los clientes ya no están interesados en los centros urbanos, sí están buscando zonas alejadas y tranquilas, sin concentración de personas.
Durante un verano surrealista en España, la propietaria Perla Requejo vio cómo se disparaba la demanda por su apartamento de la costa atlántica. El mismo que no logró alquilar en el primer confinamiento. Llegaron tantas solicitudes que decidió ofertar una segunda casa en la misma zona y aumentar el precio.
Requejo ha explicado que en medio de la pandemia comenzó a recibir peticiones para el primer apartamento, “todo el mundo estaba esperando para ver si podían viajar en verano”.
La resistencia de los alquileres fuera de las grandes ciudades ha ayudado a Airbnb, que obtuvo el 40% de los ingresos del año pasado en Europa, a mitigar la crisis.
Mientras la compañía se prepara para su salida a bolsa, los posibles inversores se preguntan si la operación supondrá un crecimiento en el futuro.
De acuerdo a un estudio Fotocasa, aproximadamente dos tercios de las personas que alquilaron pisos o casas a los turistas en España los han trasladado al mercado residencial.
Sin embargo, en la región gallega en la que Requejo tiene sus pisos, hay un 20% más de alquileres de vacaciones registrados que en enero, de acuerdo a los datos de una asociación local de alquileres turísticos.
El precio medio de una noche en las ciudades de Ferrol y Ourense se ha elevado un 28% y un 9% respectivamente en el tercer trimestre, según AirDNA.
La costa cantábrica, San Sebastián, ha registrado un alza de las tarifas diarias del 76%, mientras que, en Barcelona, en la Costa Brava, los precios han descendido una media del 18%.
Airbnb ha indicado que el 32% de los españoles encuestados a finales de septiembre aprovecharon el hecho de no estar atados a las oficinas y prolongaron los viajes trabajando algunos días lejos de sus hogares.
Requejo, que no ha estimado aún cuánto caerán sus ingresos totales este año, ha dicho “no podemos recuperar las reservas que teníamos en abril, mayo y junio. pero, gracias al verano, aunque todo fue muy difícil, conseguimos salvar la temporada”.