Ross McEwan ha renunciado como consejero delegado de Royal Bank Of Scotland (RBS), entidad en la que el Gobierno de Reino Unido mantiene una participación del 62,4%.
El banquero neozelandés ocupaba el cargo de consejero delegado desde el mes de octubre de 2013.
McEwan, que ofrece un preaviso de 12 meses, permanecerá en su cargo durante el tiempo que sea necesario hasta que haya sido designado un sucesor y se haya realizado el correspondiente traspaso de poderes de manera ordenada, por lo que la fecha exacta de su salida se anunciará a su debido momento.
McEwan ha dicho que «después de cinco años y medio muy gratificantes y con el banco en una posición mucho más sólida es el momento de dimitir como consejero delegado» y ha reconocido que no le resultaba «fácil dejar un lugar como el RBS«.
No obstante, considera que «con gran parte de la reestructuración hecha y con el banco en un camino sólido y productivo», ha «cumplido con la estrategia» que se había fijado en 2013 y ha agregado que «ahora es el momento adecuado para dejar mi cargo y para que un nuevo consejero delegado lidere el banco», añadió el ejecutivo en la nota.
Por su parte, el presidente de la entidad, Howard Davies, ha dicho que la búsqueda del reemplazo de McEwan comenzará «inmediatamente» y agradeció al directivo «su contribución enorme (al banco) en uno de los momentos más duros de la banca».
La renuncia de McEwan se ha dado a conocer pocas horas antes de que RBS celebre en Edimburgo su junta general de accionistas y un día antes de que el banco parcialmente nacionalizado presente sus cuentas del primer trimestre de 2019.
RBS ha informado que obtuvo un beneficio neto atribuible de 1.622 millones de libras esterlinas (1.877 millones de euros) en el conjunto de 2018, un 115,7% más que las ganancias obtenidas el año anterior, mientras que su cifra de negocio se ha situado en los 13.402 millones de libras esterlinas (15.507 millones de euros), un 2% más que un año antes.