Banca Carige podría lanzar una ampliación de capital por valor de hasta 800 millones de euros, con el objetivo de reforzar la posición de la entidad y evitar una recapitalización cautelar estatal.
El banco italiano fue intervenido en el mes de enero por el BCE, después de que en diciembre la Junta de Accionistas no aprobara una emisión de bonos y una ampliación de capital por 400 millones de euros, lo que derivó en la dimisión de la mayoría de los directivos.
La familia Malacalza, accionista mayoritario de la antigua Caja de Ahorros, bloqueó estas iniciativas porque no eran suficientes, pues el banco ya tuvo que ampliar su capital en 500 millones de euros a finales de 2017 y recibió en julio de 2018 una advertencia del BCE para que solucionara su situación de crisis.
El plan que analizan ahora los tres administradores provisionales de Carige prevé un aumento de 800 millones de euros, superior a los 630 millones que incluyeron en el plan estratégico presentado en febrero.
Después, en las negociaciones con Blackrock, que fracasaron en mayo, esta necesidad de capital pasó a ser de 720 millones de euros.
Después de Blackrock, Carige ha intentado una solución en colaboración con el fondo estadounidense Apollo Global Management, pero el Fondo de Garantía italiano la ha rechazado por creer que exigía un gran esfuerzo a la banca italiana, que no era razonable.
El FITD es un consorcio de derecho privado, formado por los institutos bancarios italianos cotizados, que está sujeto a la supervisión directa del Banco de Italia y que tiene la tarea de salvaguardar los depósitos de los clientes bancarios.
En noviembre de 2018 suscribió 320 millones de euros en bonos de Carige y estaba dispuesto a convertirlos en acciones. Ahora busca una alternativa y participará en un proyecto que sume a otro inversor privado.