La crisis inmobiliaria y, sobre todo, la recesión a la que estamos expuestos, están provocando situaciones inéditas. Hay tan pocas las casas que se compran mediante hipoteca (aún son menos las que lo hacen sin ella) y son tantas las dificultades que encuentran los escasos compradores para que los bancos les concedan la financiación, que el número de préstamos que se cancela cada mes acaba de superar a los nuevos créditos.
Desde el año 2006, en el que la economía se encontraba inmersa en el auge inmobiliario, todos los meses se registraban muchas más hipotecas nuevas que se cancelaban antiguas. Hasta finales de 2007 la estadística contabiliza meses en los que se registraban más de 100.000 nuevos préstamos hipotecarios, mientras que la cancelación de créditos apenas llegaba a 65.000. En esa época se firmaba el doble de hipotecas de las que se cancelaban.
Esto sucedía porque una parte de los compradores vendían la casa que ya tenían para adquirir una nueva, denominadas viviendas de reposición, más grandes, mejor equipadas o simplemente mejor localizadas en los centros urbanos.
Así, cuando una familia vendía su piso, si todavía pagaba una hipoteca por él la cancelaban y pasaban a pagar el préstamo de su nueva residencia. Quienes a su vez habían comprado ese inmueble era muy común que también suscribiesen otra hipoteca. Esto es lo que explica que fuese común que por cada hipoteca que se cancelaba, se registraran dos nuevas. Con la crisis eso se ha ido moderando progresivamente hasta que en febrero pasado el INE contabilizó 26.415 hipotecas contratadas y 27.679 préstamos hipotecarios cancelados, 1.264 más.