La inflación británica se ha desacelerado en junio por primera vez desde octubre de 2016, reduciendo las expectativas entre los inversores respecto de una posible subida de tipos de interés por parte del Banco de Inglaterra.
La Oficina Nacional de Estadísticas británica (ONS) ha informado este martes que los precios al consumidor se han elevado un 2,6% interanual en comparación a un máximo de casi cuatro años del 2,9% registrado en el mes de mayo. Los analistas habían previsto que el dato se iba a mantener sin cambios.
Después de que se dieran a conocer estas cifras, la libra esterlina registró una caída de medio centavo frente al dólar estadounidense, y los precios de los bonos del Gobierno británico se elevaron, porque el dato ha sugerido que el Banco de Inglaterra va a tener poca presión para elevar los tipos de interés cuando lleve a cabo su reunión de política monetaria a principios de agosto, a pesar de la preocupación de algunos de sus responsables sobre los precios.
Esta caída de la inflación ha sido la más pronunciada entre dos meses desde febrero de 2015. Los economistas han explicado que esto se debe al descenso de los precios mundiales del petróleo. Además, es una muestra de las señales de desaceleración de la presión de precios en las fábricas.
Lucy O’Carroll, economista jefe de la gestora de fondos Aberdeen Asset Management, ha señalado que «esto va a acabar con las posibilidades de una subida de tipos a corto plazo. Sabremos más sobre lo que piensa el Banco de Inglaterra en un par de semanas, pero podemos esperar que las peticiones de subidas de tipos se limiten a un gemido».