La inscripción en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), promovido por China para lograr mayor impacto en las finanzas internacionales, concluyó con éxito parcial, después de que se sumara Brasil y buena parte de la Unión Europea (UE), pero con la ausencia tanto de Japón como de Estados Unidos.
Taiwán, a pesar de no ser reconocido como Estado independiente por el régimen comunista chino, solicitó entrar en el AIIB al igual que Egipto, logrando de esta forma ser el primer país africano en postularse como miembro.
También solicitaron unirse en el último momento tanto Kirguizistán como Noruega, país europeo que durante los últimos años ha tenido una relación tensa con China tanto en lo diplomático como en lo comercial, después de que en el año 2010 fuera otorgado el premio Nobel de la Paz al disidente chino encarcelado Liu Xiaobo.
Sin embargo, no todas las noticias han sido positivas para el futuro banco internacional. El Gobierno de Japón rechazó ser parte de esta nueva entidad como miembro fundador e insistió en sus dudas sobre la transparencia de esta nueva institución. Por su parte, Estados Unidos, a través de su secretario del Tesoro Jacob Lew, también aseguró en que no consideraba unirse al AIIB, sin embargo, mostró su completa disposición en colaborar.
El AIIB ha surgido como una necesidad de China para financiar proyectos de Pekín para modernizar la redes de comunicaciones en Asia, que han sido denominadas como las “nuevas Rutas de la Seda” terrestres y marítimas, con una inversión inicial estimada de 50.000 millones de dólares (46.546 millones de euros).
Algunos especialistas consideran que los proyectos de inversión que tiene planificado China con sus vecinos son muy similares al Plan Marshall con el que Estados Unidos construyó las bases de su influencia en Europa luego de la segunda guerra mundial.