Las cajas de ahorros están teniendo problemas para vender las sucursales que han dejado de necesitar tras el proceso de integración corporativa. Si sumamos al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la gran cantidad de oficinas que bancos y cajas están poniendo simultáneamente en el mercado, vemos que el resultado de la ecuación se traduce en las grandes dificultades que están pasando las cajas para vender sus locales a precios satisfactorios desde su punto de vista.
Las cajas están viendo cómo van a tener que ofrecer descuentos adicionales del 5% con respecto a las rebajas que ya están aplicando los bancos sobre sus locales.
Sucede que, a fin de cumplir con los requisitos de capital impuestos por el Banco de España, las cajas están buscando maneras de captar fondos a través de la venta de sus oficinas, bien sea porque las consideran prescindibles bien porque se solapan con otras oficinas de cajas con las que se han fusionado.
Al parecer, los inversores están dispuestos a pagar más dinero por las sucursales que también están vendiendo los bancos. Uno de los problemas de las cajas es que buena parte de sus sucursales se encuentran en pueblos de escasa población, lo que dificulta aun más su venta.
Desde 2009, las cajas de ahorros han cerrado 1.738 sucursales y, como consecuencia de las fusiones recientes, se ha anunciado el cierre de otras 2.000.